Domingo de Ramos de 2018, son las 7 horas de la mañana, una mañana fría, desapacible. Como los feligreses católicos que van a misa estos días, varios arqueros del club cogemos nuestros arcos y equipos, montamos en nuestros coches y nos dirigimos en procesión arquera hacia Tarancón, provincia de Cuenca. A las 9 horas de la mañana llegamos todos a nuestro destino, descargamos los útiles arqueros y nos dirigimos a la Sala donde tendrá lugar nuestro particular oficio, de esta nuestra religión… el Tiro con Arco.
Al llegar vemos viejas caras conocidas y otras nuevas de las que no tardaremos en hacernos amigos y compañeros de flechas. Revisamos en qué peto estamos asignados cada uno y empezamos a montar toda nuestra parafernalia… primero el reposa arcos, segundo el carcaj, flechas… en una particular rutina que cada uno llevamos con la serenidad y recogimiento de un creyente en estos días. Tras varias rondas de calentamiento, puntualmente a las 10 horas, iniciamos nuestra homilía. En tandas de 3 flechas en 3 flechas y en varios turnos todos y cada uno de los arqueros nos encomendamos a nuestras flechas para hacer diana… hay momentos para la risa, para la frustración pero también para el compañerismo y para compartir conocimientos con el resto de arqueros, tanto propios como ajenos. Así somos la comunidad arquera, una comunidad en torno a la religión arquera todos contrincantes a los que ganar pero siempre con deportividad y armonía. Al final de la primera ronda nuestros anfitriones de Tarancón nos ofrecen un reconfortante bocadillo para recuperar fuerzas, un descanso necesario que nos hará llevar el paso de la competición hasta el final de la misma.
Iniciamos la segunda parte, otras 10 entradas de 3 flechas, con el estómago lleno y el cansancio en nuestros hombros y brazos, agarramos nuestros arcos y como si lleváramos un paso de semana santa nos disponemos a por la segunda parte del torneo. Una tras otra las flechas van cayendo, todos notamos la tensión y el cansancio, es un momento de interioridad y recogimiento hasta que llega el deseado momento de esa, la última flecha. Al acabar nuestra particular parroquia estalla en un sonoro aplauso que da por cerrado el torneo.
Ahora toca el momento de recoger el material y el momento de los nervios previos a la recogida de premios. Siempre unos a otros nos preguntamos por las puntuaciones de cada uno, las sensaciones, la rememoración de las flechas buenas y malas.
Los ganadores son llamados a recoger sus trofeos en un paso procesional similar al de las homilías. Se hacen las pertinentes fotos a los bien merecidos ganadores y finalmente volvemos cada arquero en procesión de regreso a nuestras casas.
Para la iglesia ripense todos nuestros arqueros han estrenado de la mejor manera nuestros nuevos hábitos azules recogiendo premios y siendo felicitados por el resto de feligreses.
José Carlos Vara